domingo, 13 de septiembre de 2009

Hermafroditas (II)


Herculine Barbin llamada Alexina B. Foucault contó la vida de un hermafrodita en la Francia del s. XIX. Al nacer se le asigna erróneamente el sexo femenino, más tarde se le asignará el sexo masculino no sin antes suscitarse un controvertido e intenso debate público. Barbin acabó suicidándose un tiempo después

El caso más conocido de hermafroditismo humano es el de Herculine Barbin, quien nació en Francia en 1838. Como su familia era pobre, consiguió una beca para estudiar en un convento de ursulinas. Según se cuenta en sus memorias, Herculine se enamoró de una amiga en el colegio en cuya habitación se colaba por las noches y las monjas solían castigarla por ello. Tras terminar sus estudios en 1856, se trasladó a otra ciudad para estudiar magisterio, donde se enamoró de una de sus maestras. Aún cuando ya había pasado la pubertad, Herculine no menstruaba ni tenía pecho. Además, tenía que afeitarse el bigote y la barba. Poco después, le ofrecieron un puesto como docente en una escuela y ahí se enamoró de otra profesora, con quien tuvo un romance.Tiempo después, en 1860, fue examinada por el famoso médico Chesnet quien descubrió que tenía una pequeña vagina y un pequeño pene. El asunto habría de resolverse en los juzgados donde, tras analizar la evidencia médica, se determinó que Herculine era en realidad hombre, tras lo cual cambió su nombre a Abel. Se mudó a París donde vivió en la pobreza y comenzó a escribir sus memorias. En febrero de 1868 fue encontrado muerto por el conserje del edificio. Abel (Herculine) Barbin se había suicidado usando gas. Las memorias, ya terminadas, se encontraban sobre su cama y fueron publicadas más adelante por Auguste Ambroise Tardieu. El “Hermafroditismo” se da cuando una persona tiene órganos sexuales pertenecientes a ambos sexos, y ya que Semenya, según las pruebas que se le han realizado, no posee útero ni ovarios sino un buen par de testículos en el abdomen, lo más probable es que se trate de un caso de pseudohermafroditismo masculino. Es decir: Un individuo que es hombre pero cuyos testículos no descendieron y cuyo pene no se desarrolló, quedando en estado vestigial y semejando un clítoris, pudiendo incluso tener una vagina rudimentaria. En estos casos, la anatomía genital externa puede ser casi indistinguible de la de una mujer. En el pseudohermafroditismo femenino (más raro que el anterior), se trata de una mujer cuyo clítoris creció excesivamente simulando un pequeño pene, pero sin testículos y con ovarios y a veces con útero.

Recordemos que “embriológicamente”, todos somos hembras, y que son las hormonas masculinas las que posteriormente nos transforman fenotípicamente en varones o no. Sin embargo, la prueba definitiva (que es muy simple) es la genética: ¿Castor Semenya tiene cromosomas sexuales XX o XY? No lo sabemos. Mientras tanto, es probable que Semenya sea desposeída de sus marcas y medallas, ya que las reglas de la FIA (IAAF, Federación Internacional de Atletismo) no incluyen a hermafroditas o pseudohermafroditas en sus categorías competitivas, y la testosterona (6 veces lo normal) que fluye por las venas de Semenya de forma natural (no se trata de un caso de “dopaje”) le dio una ventaja competitiva que sus contrincantes no pseudohermafroditas no tuvieron. El género es otra cuestión. Caster Semenya fue criada como mujer y ella se considera mujer. Psicológicamente es, pues, una mujer. Por lo que desde este punto de vista no hay problema ni conflicto y puede llevar una vida completamente normal con el sexo asignado, aunque no pueda de concebir.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Semenya es hermafrodita

Más que nunca deberían pedir consejo a Anne Fausto-Sterling, pero está claro que en el mundo en que nos movemos no hay lugar para nada que se salga de la triste dualidad que condena a una gran parte de la humanidad por motivos varios. En este caso hablamos de los hermafroditas que tienen los aparatos sexuales de ambos sexos además de ser capaz de producir ambos gametos (óvulos y espermatozoides). Dentro del hermafrodita puro, digámoslo así, existen variables como ha explicado Fausto-Sterling y otros ciéntificos acreditados.
El último caso, de gran impacto mediático y que ha tenido otro post en el blog, ha sido el de la deportista Caster Semenya. La filtración del resultado de la prueba de sexo a la campeona mundial de 800, que la IAAF no desmiente, de que los resultados de las pruebas verfican que Semenya presenta órganos reproductores de ambos sexos y es, por tanto, hermafrodita.

Debate ético y tal vez batalla entre la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) y Suráfrica, el país de la campeona mundial de los 800 metros se abren en el mundo del deporte, y probablemente también una guerra sin cuartel después de que algunos medios hayan filtrado ya los resultados de las pruebas de verificación de sexo de Semenya. La información no ha sido confirmada ni desmentida por la IAAF, que se limitó ayer a mantener la fecha del 20 y 21 de noviembre para la publicación de los resultados de las pruebas y de su veredicto a la espera de que concluya nuestro análisis de estos resultados.
Y aunque la IAAF molesta con la filtración, pide más tiempo para decidir, Suráfrica ya advierte de una "tercera guerra mundial"(sic.) si la Federación Internacional decide excluir a Semenya de las competiciones femeninas y declararla en un 'limbo deportivo' que, por otro lado, cuestionaría éticamente la organización del deporte y marginaría a las personas cuyo sexo no está bien definido.
Desde 2005, la IAAF ha descubierto diez casos de hermafroditismo, siendo el de Semenya el de mayor magnitud por la calidad de la campeona mundial. A cinco de ellos se les 'invitó' a abandonar sus carreras deportivas.
Nadie, al parecer, tiene en cuenta a la propia Semenya que ya se ha visto afectada por la filtración. Ayer mismo anunció su baja de última hora de los campeonatos nacionales de cross, en los que debía competir y probablemente esté pasando un momento personal crítico.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Exhibición de atrocidades # 11-S

[In memoriam de las víctimas, transcribo un texto de Don DeLillo]

Ya no era una calle sino un mundo, un tiempo y un espacio de ceniza cayendo y casi de noche. Caminaba hacia el norte por los escombros y el barro y pasaban junto a él personas que corrían tapándose la cara con una toalla o cubriéndose la cabeza con una chaqueta. Iban con pañuelos apretados contra la boca. Llevaban los zapatos en la mano, una mujer con un zapato en cada mano pasó corriendo junto a él. Iban corriendo y se caían, algunos de ellos, confusos y desmañados, con los cascotes derrumbándoseles en torno, y había gente que buscaba cobijo debajo de los coches.

El estrépito permanecía en el aire, el fragor del derrumbe. Esto era el mundo ahora. El humo y la ceniza venían rodando por las calles, doblando las esquinas, arremolinándose en las esquinas, sísmicas oleadas de humo, con destellos de papel de oficina, folios normales con el borde cortante, pasando en vuelo rasante, revoloteando, cosas no de este mundo en el fúnebre cobertor de la mañana.

Llevaba traje y maletín. Tenía cristal en el pelo y en el rostro, cápsulas veteadas de sangre y luz. Dejó atrás un rótulo de Desayuno Especial y pasaron corriendo junto a él, policías de la ciudad y guardias de seguridad, con la mano apoyada en la culata de la pistola, para mantener estable el arma.

Las cosas de dentro estaban lejos y quietas, donde se suponía que él se encontraba. Sucedía por todas partes, en derredor suyo, un coche medio enterrado en escombros, con las ventanas reventadas y ruidos emergiendo, voces radiofónicas escarbando en las ruinas. Vio personas chorreando agua al correr, y cuerpos empapados por los sistemas de irrigación. Había zapatos descartados en la calle, bolsos y ordenadores portátiles, un hombre sentado en el bordillo tosiendo sangre. Vasos de papel llegaban en extraños rebotes.

El mundo era esto, también, figuras en las ventanas, en lo alto, a trescientos metros, cayendo al espacio libre, y la pestilencia del carburante en llamas, y el desgarrón sostenido de las sirenas en el aire. El ruido se hallaba por doquier corrían ellos, sonido estratificado que se les juntaba en torno, y él se adentraba en el ruido y se apartaba, al mismo tiempo.

Hubo otra cosa entonces, fuera de todo esto, no perteneciente a nada de esto, arriba. La vio bajar. Una camisa surgió del humo alto, una camisa que se levantaba y que flotaba a la deriva a la escasa luz y que luego volvía a caer, hacia el río.

Corrieron y a continuación se detuvieron, unos cuantos, quedaron ahí parados, balanceándose, tratando de respirar el aire ardiente, y los alaridos espasmódicos de incredulidad, las maldiciones y los gritos perdidos, y el papel amasado en el aire, contratos, currículos al vuelo, trozos intactos del mundo laboral, rápidos al viento.

Siguió caminando. Unos habían dejado de correr y permanecían quietos, otros tomaban por alguna bocacalle. Unos cuantos caminaban de espaldas, con la mirada puesta en el centro del suceso, en todas esas vidas que allí se retorcían, y las cosas seguían cayendo, objetos ardiendo, que dejaban estelas de fuego.Vio dos mujeres llorando en su marcha atrás, mirándolo sin verlo, ambas en pantalón corto de deporte con el rostro desplomado.Vio a unos cuantos del grupo de taïchi del cercano parque, ahí de pie, con las manos extendidas más o menos a la altura del pecho, con los codos doblados, como si todo esto, incluidos ellos, pudiera ponerse en situación de expectativa.


Alguien salió de un restaurante y trató de entregarle una botella de agua. Era una mujer con máscara antipolvo y gorra de béisbol, que apartó la botella y desenroscó el tapón y luego volvió a ponerla a su alcance ... dejó el maletín en el suelo para cogerla, sin apenas darse cuenta de que no utilizaba el brazo izquierdo, de que había tenido que dejar el maletín en el suelo para coger la botella. Llegaron tres coches de policía por una bocacalle, en dirección al Downtown, muy de prisa, con las sirenas puestas ... cerró los ojos y bebió, sintiendo que el agua le recorría el cuerpo y arrastraba consigo el polvo y el hollín. La mujer lo miraba. Dijo algo que él no oyó. Le devolvió la botella y recogió el maletín. Había un regusto de sangre en aquel prolongado trago de agua.

Reanudó la marcha. Había un carro de supermercado en posición vertical y vacío. Detrás una mujer, frente a él, con cinta policial envolviéndole la cabeza y el rostro, la cinta de color amarillo que se utiliza para marcar los límites del escenario del crimen. Sus ojos eran finas arrugas blancas en una máscara brillante, y sujetaba el carro por la barra, mirando el humo.

Llegado el momento oyó el sonido de la segunda caída. Cruzó Canal Street y empezó a ver las cosas, por así decirlo, de otra manera. Las cosas no parecían cargadas del modo habitual, la calle empedrada, los edificios de hierro fundido. Había una ausencia fundamental en las cosas que lo rodeaban. Estaban sin terminar, sea ello lo que sea. Estaban sin ver, sea ello lo que sea, los escaparates, las plataformas de carga, las paredes rociadas de pintura. Quizá sea éste el aspecto que tienen las cosas cuando nadie las ve.

Oyó el sonido de la segunda caída, o lo percibió en el aire tembloroso, la torre norte, cayendo, un blando espanto de voces en la distancia. Era él cayendo, la torre norte.El cielo aquí estaba más claro, y él pudo respirar más fácilmente. Tenía otras personas detrás, miles, llenando la media distancia, una muchedumbre a punto de constituirse, gente saliendo del humo. Siguió su marcha hasta verse obligado a parar. Lo golpeó rápidamente la evidencia de que no podía ir más lejos.

Intentó decirse que estaba vivo pero la idea era demasiado abstrusa para sentarse en él. No había taxis y el tráfico era escaso y a continuación apareció un viejo camión de portes, Electrical Contractor, Long Island City, y aparcó en línea y el conductor se inclinó hacia la ventana del pasajero y se puso a examinar lo que veía, un hombre incrustado de ceniza, de materia pulverizada, y le preguntó dónde quería ir. Estaba ya dentro del camión y había cerrado la puerta cuando comprendió hacía dónde se había encaminado desde el principio.

Don DeLillo

lunes, 7 de septiembre de 2009

Gala

La polémica y controvertida Elena Ivanovna Diakonova (Gala Eluard Dalí) nació un 7 de septiembre, como hoy, de 1894 (fecha recogida en su diploma de graduación de Instituto Femenino M.G. Brukhonenko de Moscú en 1915, correspondiente al calendario gregoriano). Musa del siglo pasado, musa de las letras y la pintura, primera mujer de Paul Eluard, amante de Max Ernst, amante, mujer e inspiradora absoluta de Salvador Dalí, su imagen atraviesa toda la obra de Dalí: Recorrer la impresionante obra de Dalí es recorrer la imagen cambiante de esta rusa que fue muchas cosas, entre ellas mecenas de artistas jóvenes a los que recompensaba en muchos sentidos.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Maruja Mallo

Siempre hay motivos para recordar a una de las mujeres más relevantes del surrealismo español y de la, así llamada (y repetiremos aquí a pesar de lo discutible) Generación del 27, Maruja Mallo. La exposición de su obra en Vigo es una magnífica excusa para recordar la figura de esta mujer que nació en Viveiro, Lugo, el 5 de enero de 1902 y murió en Madrid en 1995.
Maruja Mallo es una de esas artistas de la llamada vanguardia interior española que cabe situar, en algunos periodos de su producción, en la órbita del surrealismo más canónico y sobre las que se realiza un rescate intermitente pero incompleto en colectivas de los años 70 y en alguna monográfica que otra. Su formación comenzó en Avilés. En Asturias comenzó a exponer antes de trasladarse a Madrid para completar su formación, al igual que su hermano el escultor Cristino Mallo, en la Facultad de Bellas Artes de San Fernando asistiendo al tiempo a la Academia Libre de Julio Moisés.
Vivió una estrecha relación con el poeta Rafael Alberti, antes de que este último conociera a su futura esposa, María Teresa León. También tuvo relación con el poeta Miguel Hernández, en el que influyó, por ejemplo en el poema "El rayo que no cesa".
Alberti le dedicó este poema, publicado en la Gaceta Literaria en julio de 1929:

LA PRIMERA ASCENSION DE MARUJA MALLO AL SUBSUELO
Tú,
tú que bajas a las cloacas donde las flores más flores son ya unos tristes salivazos sin sueños
y mueres por las alcantarillas que desembocan a las verbenas desiertas
para resucitar al filo de una piedra mordida por un hongo estancado,
dime por qué las lluvias pudren las horas y las maderas.
Aclárame esta duda que tengo sobre los paisajes.
Despiértame.
Hace ya 100.000 siglos que pienso en que tú eres más tú cuando te acuerdas del barro
y una teja aturdida se deshace contra tus pies para predecir otra muerte.
El espanto que suben esos ojos deformados por las aguas que envenenan al ciervo fugitivo
es la única razón que expone mi esqueleto para pulverizarse junto al tuyo.
Una luz corrompida te ayudará a sentir los más bellos excrementos del mundo.
Periódicos estampados de manos que perdieron su nitidez en el aceite desgarran hoy el viento
y los charcos de grasa solicitan tus ojos desde los asfaltos reblandecidos.
Aceras espolvoreadas de azufre aclaman por el alivio de una huella
para que se agiten de envidia esos vidrios helados que se abandonan a los terrenos intransitables.
Emplearé todo el resto de mi vida en contemplar el suelo seriamente
ahora que ya nos importan cada vez menos las hadas,
ahora que ya las luces más complacientes estrangulan de un golpe las primeras sonrisas de los niños
y exaltan a puntapiés el arrullo de las palomas
y abofetean el árbol que se cree imprescindible para el
embellecimiento de un idilio o de una finca.
Mira siempre hacia abajo.
Nada se te ha perdido en el cielo.
El último ruiseñor es el muelle mohoso de un sofá muerto.
Desde los pantanos, ¿quién no te ve ascender sobre un fijo oleaje de escorias,
contra un viso de tablones pelados y boñigas de toros,
hacia un sueño fecal de golondrina?

Unos años más tarde, Maruja Mallo, por entonces su compañera, daría a su exposición parisina de 1932 el significativo título de Cloacas y campanarios. Dijo Alberti: “De la mano de Maruja recorrí tantas veces aquellas galerías subterráneas, aquellas realidades antes no vistas, que ella, de manera genial, comenzó a revelar en sus lienzos”. Así, un poema como“Espantapájaros” está directamente inspirado en este cuadro homónimo de Maruja Mallo que adquiriría posteriormente André Breton: