sábado, 31 de enero de 2009

Concepción Arenal

No podemos terminar el primer mes del nuevo año sin recordar a la intelectual y escritora española Concepción Arenal (en la foto de arriba). Nació un día como hoy de 1820 en Ferrol y murió en Vigo en 1893.
Se quedó huérfana de padre muy pequeña, a los 8 años. Lo más curioso de esta española pionera fue que siete años después entra, contra la voluntad de su madre, como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, vistiendo ropas masculinas, puesto que en la época la educación universitaria estaba vedada a las mujeres. Vestida también de hombre, Concepción participó en tertulias políticas y literarias, luchando así contra lo establecido en la época para las mujeres que no podían participar de nada relacionado con la "inteligencia".
En 1863 se convierte también en la primera mujer que recibe el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865.
Con Concepción Arenal nace el feminismo en España, pues desde joven luchó por romper los cánones establecidos para la mujer, rebelándose contra la tradicional marginación del sexo femenino, y reivindicando la igualdad en todas las esferas sociales para la mujer. Y desde aquí la recordamos con cariño. Escribió obras de diversa relevancia como La educación de las mujeres, que se pueden encontrar en la web del Cervantes.

jueves, 29 de enero de 2009

Virgina Woolf

"Todos somos en parte nuestros antepasados, como todos somos en parte hombre y en parte mujer”.
Que no se acabe el mes sin celebrarlo, Virginia Woolf nace en enero de 1882, ella lo ve todo, lo mira todo, es la matriarca, la madre ideológica de nuestra comunidad andrógina. Orlando: A Biography (1927), Orlando (1928), uno de sus libros, uno de mis favoritos, reproduzco un párrafo significativo de (casi) el final:
"Recalled thus suddenly to a consciousness of her sex, which she had completely forgotten, and of his, which was now remote enough to beequally upsetting, Orlando felt seized with faintness."
"Recordó así bruscamente la conciencia de su sexo, que había olvidado completamente , y a causa de esto, que ahora era lo suficientemente remoto como para ser igualmente inquietante, Orlando se sintió embargada por el desfallecimiento."
Mentora de las escritoras con su estudio germinal: Una habitación propia (A Room of One's Own) (1929), donde escribe, pionera: Las mujeres no disponen nunca de media hora que puedan llamar propia.
Gurú de las feministas: Tres guineas (Three Guineas) (1937)y de las (post)post-feministas y, sobre todo, injustamento olvidada en la historia de la literatura, con ese libro magistral: Las olas (The Waves) (1929). Su hermana hizo esta portada para su publicación:

Seguiremos hablando de ella, dentro de dos meses.

miércoles, 28 de enero de 2009

Simone de Beauvoir

Simone de Beauvoir nació el mes de enero de hace 101 años. Como es la "jefa de todo esto" hay mucho que recordar de ella. Ahora, como homenaje, reproduzco el primer párrafo de la introducción de un libro que se publicó en 1949 pero que debemos tener en la cabeza y en/de cabecera:
DURANTE mucho tiempo dudé en escribir un libro sobre la mujer. El tema es irritante, sobre todo para las mujeres; pero no es nuevo. La discusión sobre el feminismo ha hecho correr bastante tinta; actualmente está punto menos que cerrada: no hablemos más de ello. Sin embargo, todavía se habla. Y no parece que las voluminosas estupideces vertidas en el curso de este último siglo hayan aclarado mucho el problema. Por otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué consiste? ¿Hay siquiera mujeres? Cierto que la teoría del eterno femenino cuenta todavía con adeptos; estos adeptos cuchichean: «Incluso en Rusia, ellas siguen siendo mujeres.» Pero otras gentes bien informadas ‑incluso las mismas algunas veces‑ suspiran: «La mujer se pierde, la mujer está perdida.» Ya no se sabe a ciencia cierta si aún existen mujeres, si existirán siempre, si hay que desearlo o no, qué lugar ocupan en el mundo, qué lugar deberían ocupar. «¿Dónde están las mujeres?», preguntaba recientemente una revista no periódica. Pero, en primer lugar, ¿qué es una mujer? «Tota mulier in utero: es una matriz», dice uno [TOTA MULIER EST IN UTERO: «Toda la mujer consiste en el útero». Para indicar que la mujer está condicionada por su constitución biológica.] Sin embargo, hablando de ciertas mujeres, los conocedores decretan: «No son mujeres», pese a que tengan útero como las otras. Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que en la especie humana hay hembras; constituyen hoy, como antaño, la mitad, aproximadamente, de la Humanidad; y, sin embargo, se nos dice que «la feminidad está en peligro»; se nos exhorta: «Sed mujeres, seguid siendo mujeres, convertíos en mujeres.» Así, pues, todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer; tiene que participar de esa realidad misteriosa y amenazada que es la feminidad. Esta feminidad ¿la secretan los ovarios? ¿O está fijada en el fondo de un cielo platónico? ¿Basta el frou‑frou de una falda para hacer que descienda a la Tierra? Aunque ciertas mujeres se esfuerzan celosamente por encarnarla, jamás se ha encontrado el modelo. Se la describe de buen grado en términos vagos y espejeantes que parecen tomados del vocabulario de los videntes. En tiempos de Santo Tomás, aparecía como una esencia tan firmemente definida como la virtud adormecedora de la adormidera. Pero el conceptualismo ha perdido terreno: las ciencias biológicas y sociales ya no creen en la existencia de entidades inmutablemente fijas que definirían caracteres determinados, tales como los de la mujer, el judío o el negro; consideran el carácter como una reacción secundaria ante una situación. Si ya no hay hoy feminidad, es que no la ha habido nunca. ¿Significa esto que la palabra «mujer» carece de todo contenido? Es lo que afirman enérgicamente los partidarios de la filosofía de las luces, del racionalismo, del nominalismo: las mujeres serían solamente entre los seres humanos aquellos a los que arbitrariamente se designa con la palabra «mujer»; las americanas en particular piensan que la mujer, como tal, ya no tiene lugar; si alguna, con ideas anticuadas, se tiene todavía por mujer, sus amigas le aconsejan que consulte con un psicoanalista, para que se libre de semejante obsesión. A propósito de una obra, por lo demás irritante, titulada Modern Woman: a lost sex, Dorothy Parker ha escrito: «No puedo ser justa con los libros que tratan de la mujer en tanto que tal... Pienso que todos nosotros, tanto hombres como mujeres, quienes quiera que seamos, debemos ser considerados como seres humanos.»
¿Qué opináis?

sábado, 24 de enero de 2009

Homenaje a la Sra. Poe

Como alguien demostró hace tiempo, los hombres verdaderos no están dotados para la literatura, los hombres verdaderos ni escriben ni cuentan cuentos. En el caso de la señora Poe esta afirmación está más que justificada; ahí está, era inestable, mentiroso, intuitivo, depresivo, soñador, sentimental, charlatán, en una palabra: mujer. Este mes hace dos siglos que nació est@ desgraciad@ y genial autor. Como homenaje, cuelgo un relato (¿"(peda)gótico"?,) publicado en Más humanas, que contiene una cita suya y trata de una profesora, un aula, unos estudiantes, ¿fantasmas?, ¿vampiros?, y algo más...
Más humana
Poseía una extraña cualidad fantasmagórica que apenas parecía humana”
(J.H.)
Era un viernes lluvioso y frío. Acarreaba con dificultad la cartera a través de un angosto pasillo tan crudo como el día. Mantenía el paso firme a pesar del centenar de ojos clavados como aguijones en su rostro cansado y desgastado por la agitada mañana, en su nuca aterida.
La última hora. Sí.
Al recordar el esperado descanso semanal, una satisfacción dulce brotó en su espíritu aportándole una agradable dosis de ánimo. Sin embargo, mantuvo la cabeza gacha y el cuerpo inclinado como si pretendiera huir hacia el fondo de la galería, escrutando con disimulo los grandes ventanales a través de los que podía distinguir, sin especial deleite, el brillo metálico del exterior, la llovizna imperceptible.
Entró en el aula algo menos abatida y echó un vistazo alrededor. Apresó en los pulmones todo el aire posible para lograr traspasar el recinto plagado de treinta y tres miradas enemigas dispuestas a registrar cualquier fallo de su parte, cualquier error.
Se propuso llegar al otro extremo sorteando las trincheras de pupitres estratégicamente dispuestas, trotando con tesón, intentando impresionar con inestables cabriolas al alumnado desganado y disperso. Al final, pudo alcanzar la mesa y rodearla con expresión pensativa hasta soltar la pesada cartera, que sonó hueca sobre el tablero profesoral.
Por un momento se sentó en el deteriorado sillón y se paró a recapitular: la lista del alumnado..., la firma..., ¿el tema del día sería ameno, divertido, motivador? Miró hacia abajo y las gafas resbalaron deprisa por su pequeña nariz sudorosa. Estiró la cabeza y se ajustó las lentes con ascética corrección. De improviso, una especie de pingajo grasiento se depositó en el reluciente cristal derecho. Lo apartó con disimulado asco y precaución mientras contemplaba el techo cuyas manchas parecían mirarla con desprecio. Suspiró parpadeando bajo la presión de la cubierta maculada.
Arriba, abajo. Abajo, arriba. Sus ojos maquinaban nerviosos como imágenes frutales en una tragaperras, enfilaban incontrolables las gelatinosas estalactitas encarnadas que pendían del techo. Enrojeció un poco y no dijo nada. Lo comentaré con la tutora, pensó para reanimarse intentando no mirar hacia arriba otra vez. El ruido cortante de un cartel se desprendía de la pared consiguiendo transmitirle su crispación y sacarla del ensimismamiento que se iba apoderando de ella.
Tosió. Carraspeó. Emitió un sonido suave. Aunque débil y entrecortada, la voz aún conseguía salir de su garganta. Pensó declamar una frase del Dupin de E. A. Poe en plan irónico: “El papel es una superficie plana, pero la garganta humana es cilíndrica”; pero pensó que era absurda y se levantó apresurada del sillón, se colocó en el centro del aula y comenzó la lección.
Luchó con coraje para atravesar aquellos oídos, ya sordos a los conceptos en aquella hora terminal del día, por ir un poco más allá de los remotos haces fibrosos del cerebro de los estudiantes. No hay nada imposible, se planteó con grave seriedad. Envalentonada ante su propia vehemencia, el tema comenzó a surgir fluido y ligero, incluso interesante, ¿por qué no?: La decadencia española, la disgregación, el arte intelectual, la indisciplina de las masas...
Pero, de repente, un ¡PLOF! seco y tajante paralizó su discurso. El corazón le dio un vuelco, asustado ante la advertencia de la pertinaz bolsa de gusanitos acabada y reventada sin compasión. Dirigió, como siempre, una mirada asesina al fondo de la clase mientras la España imperecedera se invertebraba entre sus neuronas exhaustas ante la deshumanizada risotada general.
Los labios estaban ya demasiado resecos, además había terminado el agua... Pero aún así, y a pesar del atentado acústico, consiguió tomar otro impulso y continuar.
Se explayó ahora con seguridad sobre “El Problema de España”, pretendiendo perforar con una pasión desmedida el alboroto cargado de crujidos de cáscaras de pipas, pompas de chicle y el creciente bullicio general. Se desgañitó, al poco, disertando sobre la consabida “Concepción Castellanocéntrica”… A esas alturas de la argumentación, “El Elitismo” y “El Pesimismo Noventayochista” se le desprendían de la boca como costras resecas, y la “Estética” presidida por la obsesión de la obra bien meditada y bien hecha parecía carcajearse como si tuviese vida propia, un musculito más en aquella exhibición de cuerpos esculpidos con biodanone.
Aprovechó entonces la ocasión para introducir el concepto de “lo dionisíaco y lo apolíneo”, sin preguntarse qué se acuñaría en un futuro lejano para explicar “aquello” que estaba observando en el aula. Pasó a la idea del “Imperativo de Selección”: la literatura para minorías se le antojaba de momento incalificable.
La garganta empezó a flaquearle. El nivel de ruido superaba con mucho a cualquier mercado de abastos, aunque el olor estancado a sacapuntas y transpiración concentrada le recordara de inmediato dónde se encontraba. Dio media vuelta para escribir en la pizarra.
Reparó perpleja en el ridículo trocito de tiza al lado del borrador. Tendría que existir alguna clave para evitar aquel olvido continuo. Se volvió con disgusto hacia el delegado con la intención de reprenderle y recordarle su obligación de procurar regularmente el ansiado recurso, imprescindible en todo acto educativo. Pero el esfuerzo se le hizo titánico cuando su vista tropezó con las extremidades gigantescas del desgarbado adolescente, despatarrado en el pupitre con cara de perdonarle la exangüe vida. Tendré que tomar más vitaminas, anotó en su cansado cerebro.
Escribió con letras mayúsculas ENSAYO y NOVELA. La tiza quedó reducida al tamaño de un grano de arroz y sus uñas desnudas rechinaron, rayando sin querer el verde desvaído del encerado. Agitó los dedos y apretó la dentadura para reprimir la irritante sensación.
Se fijó en el reloj de pulsera. Apenas quedaban trece minutos para el final de la clase. Espiró profundamente girando al mismo tiempo sobre sus talones como las propias manecillas que marcaban el tiempo. Como Ortega, también se preguntaba si la vida humana en lo que tiene de más humano no sería una obra de ficción. Espetó un “Yo soy yo y mis circunstancias” que a nadie interesó, tópico perdido en aquel océano de inopia. “Meditaciones”, “Ideas sobre la novela” o “Estudios sobre el amor” se confundieron entre la pregunta de rigor, única participación posible en aquella mañana aciaga.
- ¿Qué hora es, “profa”?
Se hizo un silencio proverbial que ella aprovechó para terminar rápidamente la explicación. Es importante, se convenció resuelta. “El Europeísmo y su denuncia del aislamiento de nuestro país”... No pudo reprimir la cita a pesar de los gestos de fastidio y la agitación: “Una raza que se muere por instinto de conservación”.
Inútil, reflexionó en voz alta. Los alumnos confirmaban con creces cualquier teoría, pensó triste y ojerosa, palpándose la garganta dolorida mientras giraba ciento ochenta grados y acercaba desconfiada la mano a la cartera mirando de soslayo.
Al fondo, sin embargo, parecía reinar cierta confusión. Una figura con larga melena pendiendo de un sinuoso torso, semidesnudo a pesar de la baja temperatura, se levantó amenazante. En su rostro desdibujado resaltaban unos labios rojos como el rubí. Alzó la mano con un lápiz de labios a modo de bandera.
Desde la otra punta del aula, su mano trémula asida con fuerza a la cartera intentaba distinguir a quien osaba hacer una pregunta en semejante momento, intentando al mismo tiempo despejar la angustiosa sensación de déjà vu.
Las malsonantes carcajadas interferían el sonido de la voz aguda que comenzó a gritar entre inmensas bocas vociferantes llenas de dientes afilados.
-Yo soy yo y tus circunstancias, profesora, ¿no lo recuerda ya? ¿No lo recuerda?... ¿...recuerda?... recuerdaaa… recuerdaaaaa...?
El eco desvaído de las palabras se perdía en el rostro juvenil que comenzó a perfilarse a través del griterío, sobresaliendo nebuloso en medio de aquella bufonada grotesca. Nítida ahora, una cara joven y radiante, de pómulos llenos y saludables, le sonreía indulgente. Entre su sonrisa benévola resaltaban brillantes, a pesar de la distancia que la separaba de ella, unos dientes tan blancos como sus globos oculares. Al principio, una alegría desmedida la embargó, pero lentamente fue sintiendo un frío desagradable cuando empezó a distinguir, entre fisonomías demacradas, un rostro extraño aunque conocido, cotidiano, familiar: su propio rostro aniñado y risueño, de un blanco sepulcral, recién maquillado para seducir a la salida de clase. Descubrió el reflejo de aquellos ojos fijos en ella misma, como irradiados del propio cristalino celeste y transparente, mirándose a su vez, buscando una imagen detrás de la que tenía delante. Los labios de la chica, simétricas dualidades, se distorsionaron en una mueca de repulsa, con un destello luminoso que el alumnado aplaudió frenético. Distinguió al momento, entre el rojo labial, unos colmillos finos y puntiagudos, unas gotas brillantes apenas perceptibles que le caían en la parte central del labio inferior. Como un corazón partido, la boca se contrajo para luego estirarse y expeler por el profundo hueco un sonido agudo y vibrante, tan penetrante como los chillidos de un amasijo de ratas dispuestas a atacar.
Sí. Sí, ya lo he dicho.
Era viernes, llovía, hacía frío. El timbre comenzó a sonar. El final de la tortuosa jornada encubría una punzada de dolor, un sabor acre en la boca, unas gotas de sangre en la barbilla, un desplome, una torpe caída… Una amalgama de ojos distraídos fue lo último que vio.

miércoles, 21 de enero de 2009

... hello Obama!

Estamos de enhorabuena con la venida de Obama, pero todavía queda por venir realmente una nueva era, un modo nuevo de hacer política, esta neXt Xeneration, esta comunidad ciborg observa con perplejidad la parafernalia de la proclamación del nuevo presidente, los múltiples oficios religiosos, los múltiples bailes y, sobre todo... esa frase a su mujer (ese "piropo"?) que suena tan antiguo, viejos modelos con nuevas caras... me ha recordado un poema de Adrienne Rich (¡la literatura vale para compesar tantas cosas!) que dedico al nuevo presidente, a la mano de la escritora nos aferramos, con ella recitamos en ambas lenguas:

DIVISION OF LABORS
The revolutions wheel, compromise, utter their statements:
a new magazine appears, mastheaded with old names,
an old magazine polishes up its act
with deconstructions of the prose of Malcolm X
The women in the back rows of politics
are still licking thread to slip into the needle’s
eye, trading bones for plastic, splitting pods
for necklaces to sell to the cruise-ships
producing immaculate First Communion dresses
with flatiron and irresolute hot water
still fitting the microscopic golden wires
into the silicon chips
still teaching, watching the children
quenched in the crossfire alleys, the flashflood gullies
the kerosene flashfires
—the women whose labor remakes the world
each and every morning
I have seen a woman sitting
between the stove and the stars
her fingers singed from snuffing out the candles
of pure theory Finger and thumb; both scorched:
I have felt that sacred wax blister my hand

REPARTO DE TAREAS
Las revoluciones dan vueltas, pactan, hacen declaraciones:
una nueva revista aparece, titulada con viejos nombres,
una vieja revista perfecciona sus actos
con deconstrucciones de la prosa de Malcolm X
Las mujeres en las filas traseras de la política
todavía lamen el hilo para pasarlo por el ojo
de la aguja, cambian huesos por plástico, abren vainas
para venderlas como collares en los cruceros
producen inmaculados vestidos de Primera Comunión
con planchas e indecisa agua caliente
todavía ajustan los microscópicos hilos dorados
en los chips de silicio
todavía dan clase, vigilan a los niños
apagando el fuego cruzado en los callejones, las
inundaciones repentinas de los cauces
los repentinos incendios de queroseno
-mujeres cuyo trabajo reconstruye el mundo
todas y cada una de la mañanas
He visto a una mujer sentada
entre la estufa y las estrellas
sus dedos chamuscados de apagar las velas
de la pura teoría Indice y pulgar: los dos quemados:
he sentido esa cera sagrada levantarme ampollas en la mano

sábado, 17 de enero de 2009

Memoria histórica

Sí, acabo de oír al embajador de Israel en España, Raphael Schutz, y al final sí reconoce que han utilizado el fósforo blanco, a pesar de todo... y también dicen que se retiran poco a poco... pero 4.000 edificios han sido destruidos por los bombardeos israelíes, unas 1.200 personas palestinas han muerto después de 22 días de ofensiva, ¿quién lo olvidará?... seguro que ellas y ellos no...

viernes, 16 de enero de 2009

Fósforo blanco...

¿Fósforo blanco…
…elemento químico fósforo que ha tenido un uso militar extenso como agente incendiario, agente para crear pantallas de humo y como componente flamígero antipersonal capaz de causar quemaduras graves.
... dejarán por fin de utilizarlo...
... contra seres humanos…?
…las partículas incandescentes del fósforo blanco que se producen en la explosión inicial pueden producir profundas, extensas y dolorosas quemaduras de segundo y tercer grado en los seres humanos. Las quemaduras de fósforo conllevan una mortalidad mayor que otros tipos de quemaduras debido a la absorción del fósforo en el cuerpo a través de las áreas alcanzadas, resultando dañados órganos internos como el corazón, el hígado o el riñón.

Estas armas son particularmente peligrosas para las personas debido a que el fósforo blanco arde, a menos que esté privado de oxígeno o hasta que éste se consume totalmente, en algunos casos llegando la quemadura hasta el hueso.
¿... empleado en Gaza…?
una organización humanitaria denunció el domingo 11 de enero de este principio de año que el ejército israelí usó en Gaza artillería que contiene partículas incandescentes de fósforo blanco y un doctor de la zona dijo que el agente químico podría haber afectado a 10 víctimas cuya piel se despega de sus caras y cuerpos.
Investigadores en Israel de la organización Human Rights Watch fueron testigos de horas de bombardeos que dejaron olas de humo que parece ser contenían fósforo blanco en el campo de refugiados Jebaliya del norte de Gaza. No pudieron confirmar víctimas del supuesto agente químico porque se les prohibió entrar en la zona.
El doctor principal del hospital Nasser, en el sur de Gaza, señaló que trató a varios pacientes que sufrieron serias quemaduras que podrían haber sido provocadas por fósforo blanco. El médico, sin embargo, añadió que carece de los recursos o la experiencia para decir con certeza qué elemento causó las heridas.
El fósforo blanco puede provocar serias quemaduras si se pone en contacto con la piel e incendios en espacios abiertos, señaló Human Rights Watch a través de un comunicado, a la vez que pedía a Israel que no use el producto en Gaza.
Avital Leibovich, portavoz militar israelí, rechazó comentar el supuesto uso del agente químico pero dijo que el ejército "usa municiones acordes con las leyes internacionales".
Israel usó fósforo blanco en su guerra de 34 días contra Hezbolá en Líbano en el 2006. El ejército estadounidense usó el agente químico durante una operación en 2004 contra insurgentes en Faluya, Irak.
Un fotógrafo de la AP y un equipo de televisión con sede en Gaza visitaron el hospital Nasser, en Khan Younis, el domingo y tomaron imágenes de varios pacientes con quemaduras graves.
Varios de ellos tenían trozos de piel que se despegaba de su cara y cuerpo y tenían que ser cubiertos con vendas.
Youssef Abu Rish, principal médico del hospital, dijo que las quemaduras no fueron provocadas por el fuego pero no pudo especificar qué sustancia las provocó. Señaló que la información obtenida por internet indica que se podría tratar de fósforo blanco.

jueves, 15 de enero de 2009

El (des)encuentro deportivo o no es deporte todo lo que (re)luce...

Jugadores del Maccabi de Tel Aviv acuden a la Franja de Gaza a felicitar a los soldados israelitas por la matanza de palestinos antes de venir a jugar contra el Unicaja a Málaga
La de Málaga es la primera salida al extranjero del equipo representativo de Israel desde el comienzo de la masacre; está previsto un amplio despliegue de seguridad.
Omri Casspi, Lior Eliyahu y Marcus Fizer- se desplazaron el pasado viernes a la franja de Gaza, tras realizar una petición expresa a su entrenador, para dar ánimos a los soldados del ejército de Israel que están disparando sin cesar contra de civiles (y tantas niñas y tantos niños) palestinos:

El laureado equipo de baloncesto juega hoy 15 de enero en Málaga (se ha convocado una concentración a las 19:30 horas en la puerta principal del PRICA LOS PATIOS (CARREFOUR) en la que es la primera salida al extranjero desde el comienzo de la masacre. Como en otras ocasiones la visita del equipo israelita vendrá acompañada de un amplio despliegue de seguridad en el estadio Martín Carpena, lugar del encuentro.
La información que ofrece la página web del Maccabi de Tel Aviv asegura que fueron los propios jugadores los que pidieron a su entrenador que suspendiera el entrenamiento del pasado viernes para facilitarles una visita a las tropas del ejército de Israel que están ejecutando la matanza de palestinos en la Franja de Gaza. La 'liebre' de esta visita la 'destaparon' ayer los compañeros de deportes de La Opinión de Málaga al publicar una fotografía de la visita y hacer una breve referencia en el periódico.
La noticia da cuenta de cómo la soldados desplegados en la operación Plomo Sólido agradecieron la visita de los jugadores Omri Casspi, Lior Eliyahu y Marcus Fizer y se interesaron por el resultado de anteriores encuentros, algunos de ellos incluso a pesar de estar heridos, se alegraron de la reciente victoria contra el Olimpiakos, según la nota.
Del mismo modo, la información se sorprende de la presencia del norteamericano Marcus Fizer en esta visita, toda vez que Fizer no es de nacionalidad israelita sino estadounidense y apenas lleva un año y medio en Israel.
Los desplazamientos del Maccabi de Tel Aviv al extranjero para disputar encuentros de la Euroliga de baloncesto llevan acarreados amplios despliegues de seguridad, como el que ya está previsto mañana en el estadio Martín Carpena.
La presencia de símbolos palestinos, como banderas, se ha prohibido al público del recinto malagueño en anteriores encuentros con el Maccabi. En base a la Ley del Deporte, la autoridad policial tiene la potestad para retirar cualquier símbolo, emblema o estandarte que pueda provocar desórdenes públicos, altercados o actos violentos. No se sabe en qué concepto tiene la autoridad española la bandera del estado de Israel.

miércoles, 14 de enero de 2009

Exhibición de atrocidades #2

Foto premiada

Según se desprende de un texto remitido al Congreso de los Diputados, España duplicó en 2006 las exportaciones de armas, En concreto, las estadísticas oficiales de las exportaciones de material de defensa revelan que "mientras las ventas alcanzaron los 845 millones de euros, los avances en transparencia siguen siendo insuficientes".
Por ello, las ONG señalan que La Moncloa "sigue sin cumplir" de forma estricta el Código de Conducta de la Unión Europea con sus ventas a estados como Israel, Marruecos o Colombia, por tratarse de destinos "inestables, conflictivos y donde se vulneran los derechos humanos".

Y hoy mismo un amigo me manda este discurso pronunciado por Gervasio Sánchez (periodista y fotógrafo) durante la entrega de los premios Ortega y Gasset el 7 de mayo de 2008 que yo desconocía y que encuentro estremecedoramente oportuno:

En el acto estaban presentes la Vicepresidenta del Gobierno, varias ministras y ministros, exministros del Partido Popular, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado y centenares de personas.

Estimados miembros del jurado, señoras y señores:

Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. ….

Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.

No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.

Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

Muchas gracias.

martes, 13 de enero de 2009

Re(A)legión...

En octubre de 2008 la British Humanist Association (BHA), con el apoyo del profesor Richard Dawkins, el conocido biólogo evolucionista autor de “El espejismo de Dios”, empezó a recaudar fondos para iniciar una campaña de publicidad en los autobuses de diversas ciudades inglesas, como Londres, Birmingham, Manchester y Edimburgo, con el objetivo de sensibilizar a los ciudadanos ateos, no creyentes y librepensadores en general sobre la necesidad de “hacerse visibles”, de sentirse orgullosos de sus convicciones y de reivindicar para ellos los mismos derechos y libertades que se reconocen a otros ciudadanos por el mero hecho de poseer o manifestar unas creencias religiosas.
Desde entonces la campaña del “Bus Ateo” se ha extendido por todo el mundo y finalmente ha llegado también a nuestro país, ya circulan por Barcelona dos autobuses con el lema “PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE. DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA LA VIDA” y, si la respuesta de la gente es tan positiva como lo ha sido otros países, pronto se extenderá a otras ciudades.

domingo, 11 de enero de 2009

Bodies of Fiction #1

#Luz Interior-día#

“Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue la oscuridad”
(El arca rusa, Alexander Sokurov)

Todavía hoy siento una punzada al evocar su imagen, su cuerpo frágil, sus andares de bailarina.

Recuerdo la primera vez que apareció por la casa: ojos verdes casi transparentes, un sedoso vestido malva fundido a su cuerpo, perdida como un pájaro bobo a punto de chocar contra un chaflán. Una beldad que venía a involucrarse con los locos habituales del edificio antiguo heredado de mi familia donde yo residía. Cómo me fascinó desde el primer momento su alienada belleza abstraída.

En abril, la señora Legrelle había aparecido buscando piso. Yo no tenía intención de alquilar el apartamento contiguo al mío, necesitaba silencio para concentrarme en la tesis doctoral, pero su insistencia obstinada minó por completo mi sabia decisión anterior. Soy sensible e impresionable a la perseverancia de cierto tipo de mujeres matroniles y seguras de sí mismas, y al momento, sin apenas darme cuenta, ya le había propuesto que el conserje se lo mostrara cuando más le conviniera. Una insignia gamada zigzagueaba como una sombra por la osamenta de aquel rostro sonriente.

Al atardecer del día siguiente, se presentaron en el edificio tres mujeres, la abuela, la madre y la hija, con el propósito de quedarse con el apartamento. Mientras Emilio les enseñaba la vivienda a la madre y a la abuela, la más joven se metió en la mía como buscando algo. El parquet crujió bajo el material gastado de sus suelas. Al oírlo, me escabullí entre los libros que rodeaban mi cama, pero la chica se plantó delante, de espaldas, y me hizo una extraña pregunta con una voz casi inaudible. -¿Hay mucha luz interior?

ANA, ANA... me sacó de la cama inútilmente para meterse en mi vida y convertirse en una dulce obsesión.

Su habitación lindaba con la mía. Compartíamos la delgada pared que dejaba pasar sus profundos suspiros, la voz aguda y cantarina resistiéndose a los reproches maternos, su tos seca, la música estridente del equipo, el deslizamiento de los dedos suaves por las planchas de Braille.

Su presencia me llenó de fantasías. Al compás de sus ritmos vitales, las páginas de mis libros de lectura se atestaron de corazones traspasados por lanzas herrumbrosas goteando sangre, las letras de mis archivos de Word sufrieron alteraciones multicolores, garabateé el cuaderno donde apuntaba cada día mis experiencias más íntimas con su nombre escrito en cada espacio. Las aes se revolvían redondas y volubles como sus policromos ojos verdes claros, ambarinos o celestes como el mar; la ene se convertía en una nariz pequeña y respingona que apuntaba al infinito.

AnA, ana, aNa, ANA, Ariadna dulce tejiendo la tela invisible de mi delirio. Venus que no ve. Di, AnA, el amor es afásico e intangible.

El día en que llegaron con todos sus trastos me la encontré en el descansillo, frente a la puerta. Inmóvil, trataba de pasar el tiempo mientras su madre conseguía acertar en la cerradura con la llave nueva y la luz apagada. La observaría muchas veces a través de la mirilla, cuando traía los archivos secretos e ilegales de su marido muerto. En general, la astuta mujer prefería no encender la luz y corría con delicadeza las cortinas cuando yo aparecía por su casa, como si temiese que la iluminación inflamara su rostro gastado de ignominia totalitaria, como si el estigma ocultado pudiera flamear en aquella familia de mujeres solas, como si su hija hubiera podido mirar y recobrar los pasos perdidos ya en la memoria de la historia.

Yo vivía justo enfrente, en la misma planta, con dedicación plena a mis estudios justo hasta el momento en que aquella familia invadió mi aplicado cerebro y mis oídos con sus peleas constantes. Su puerta estaba grabada con la A, la mía con la letra B. Durante los primeros meses me distraje observando los movimientos de la vivienda, pegando la oreja a la pared para escuchar con precisión sus desdichas pecuniarias.

Al cabo de algún tiempo comenzó a visitarme. Al principio se pasaba por casa los fines de semana. Al poco, cruzaba cada día el descansillo para tocar al timbre de la puerta donde yo tenía bien pegado el ojo a la mirilla esperando su visita.

Sus dedos delicados lo tocaban todo cuando entraba en mi habitación. Colocaba las palmas de las manos abiertas en la pantalla del televisor como si quisiera moldearlo. Las veintinueve pulgadas se empequeñecían inundando aquellas manos enjutas llenas de radiaciones, volviéndolas transparentes y verdosas, radiografías de dos espectros ajustando una quimera.-¿Qué escribes? Léemelo.

La piel blanca y suave de su antebrazo me rozaba la cara al acercarse, siempre dispuesta a saber lo que hacía, hacia dónde miraba, acechando las señales más nimias para averiguar mis gestos. Yo deseaba aquel rostro angelical con un apetito inconcebible, sus ojos desconcertantes parecían inundarme con sus aguas templadas.

El mar que se veía desde mi ventana acabó confundiéndose con el verde pálido de su iris, verde intenso en su palidez fantasmal: verdemar, verde anémico, verde exangüe, verde cadavérico, verde angelical. El glauco clarísimo se difuminaba en la atmósfera y envolvía todo lo que la rodeaba.

Ella conocía su poder, sabía perfectamente lo que hacía cuando compró aquel vestido negro de Prada que le había descrito y que tanto me gustaba. Me sorprendió el día en que llegó con él y se desvistió para probárselo. No me atreví a preguntarle cómo lo había conseguido. Se paseó desnuda durante un rato, recorriendo la habitación, riéndose de mí y de mis libros una vez que se lo había probado.
-Toma, pruébatelo tú ahora, tenemos la misma talla. Además, lo he comprado para ti.

Lo colgó en la percha y nunca lo toqué. Su desnudez estuvo presente desde entonces. Sus clarísimos ojos, impasibles y ciegos, empezaron a provocarme orgasmos involuntarios cuando los miraba fijamente. Jadeaba sin poder evitarlo mientras ella permanecía quieta en algún punto distante de su universo, lánguida, abatida contra el marco de la ventana, dominándolo todo. Durante el insomnio de la noche, lloraba impotente en la misma cama que había retenido su cuerpo perfecto.

El tiempo la volvía inaprensible, remota. La cargaba de una fuerza implacable que me paralizaba cada vez más. Entonces aprendí a detestarla. Ella, sin embargo, seguía aumentando progresivamente las horas de permanencia en mi cuarto, estática y distante; sus ojos fijos en cualquier punto abstracto, desde el mutismo, parecían querer vaciarse.

Pasó algo más de un año. Mi trabajo paralizado parecía arrancar a duras penas. Era una noche templada cuando apareció por la puerta medio desnuda. Seguí tecleando sin saber lo que escribía. Se acercó a mi mesa y me dio un beso en la mejilla, muy cerca de la oreja. Mis manos se agitaron involuntariamente. Se apartó, como siempre, para echarse en el quicio de la ventana. Procuré no mirarla e ignorarla, y continuar con lo que estaba haciendo. Volvió a acercarse por la espalda y fue deslizando los dedos por mi torso hasta llegar a la pelvis. Su rostro se pegó a la pantalla y su delirante belleza esquizoide resaltó entre las letras reflectantes como prisionero de ellas.

Ese fue el momento en que la toqué por primera vez. Coloqué las dos manos en sus labios carnosos, desplacé las yemas hacia arriba por el cutis finísimo lleno de lágrimas y hundí los dos dedos índices en las retinas de aquel rostro antes idolatrado.

Cuando desperté, abrí los ojos y lo primero que vi fue la oscuridad.

miércoles, 7 de enero de 2009

Qué hay en una ciudad...


También manifestaciones en San Francisco, de donde acabo de venir, las protestas contra la invasión a la franja de Gaza no han dejado de tener lugar en toda la ciudad. Una muestra.

Qué hay en un nombre...

Helvia [20 a.C.?-segunda mitad S. I d.C., de la que no tenemos imágenes...]
Conocida a través de la obra Consolatio a Helvia, un escrito dirigido a ella por su hijo, el filósofo Séneca, cuando fue desterrado de Roma. El lugar de su nacimiento parece que fue la ciudad de Urgavo (Arjona, Jaén), de donde al parecer procedía su familia paterna. La fecha de su nacimiento se asocia con el nacimiento de su segundo hijo, Séneca, que nació hacia el cambio de era. Helvia fue hija única de uno de los miembros de la familia de los Helvios, una de las familias más importantes de la oligarquía bética. La madre murió de parto y el viudo volvió a casarse de nuevo. Sin embargo, se conoce la existencia de una hermana mayor de Helvia, probablemente hija de una anterior unión de su madre o, más probablemente, de su madrastra. Séneca guardó muy buenos recuerdos de esta abuela que se comportó como una verdadera madre con Helvia y con sus hijos, aunque no parece que esta actitud fuera forzada pues Helvia fue una hija obediente y cariñosa.
Las dos hijas (adoptiva y propia) fueron educadas en el canon romano más estricto, en el que la formación intelectual de las niñas se subordinaba a la austeridad del pudor (pudicitia).
Como era costumbre, Helvia se casó con un hombre mucho mayor que ella llamado Lucio Anneo Séneca y se trasladó a Córdoba. Allí nacieron sus hijos: Novato, Séneca y Mela, aunque se ignoran las fechas. Por su hijo Séneca sabemos que fue una mujer fecunda y que llegó a edad madura, por lo que no se descarta que solo esos tres hijos fueran los que sobrevivieran a otros partos, por otra parte, nada extraño si tenemos en cuenta la enorme mortalidad infantil de aquella época. La relación de Helvia con el esposo, a pesar de la diferencia de edad y de su actitud negativa ante la inquietud intelectual de ésta, parece que fue excelente pues Séneca se refería a él como el «queridísimo esposo». No obstante, no debemos tomar demasiado literalmente esta expresión filial. Quizás la procesión, como se suele decir, la llevaba por dentro la madre, Helvia, que había visto como era apartada por el esposo de su instrucción cuando empezó a estudiar filosofía, al mismo tiempo que su hijo Séneca se iniciaba con los filósofos Soción y Atalo. El severo caballero creía más pertinente la educación tradicional, según la cual una extensa formación intelectual era perjudicial para la moralidad femenina. Lo cierto es que lo que captó Helvia de ese aprendizaje interrumpido lo supo rentabilizar magníficamente.