jueves, 28 de abril de 2011
Michèle Bersntein
domingo, 24 de abril de 2011
Lyceum Club de Madrid
En España, la recepción del Lyceum Club fue mayoritariamente adversa, en 1927 casi se había quintuplicado el número de socias. Entre las incesantes actividades que desarrolló el Lyceum Club de Madrid acaso quepa destacar una de las menos conocidas, por su carácter interno: los cursillos y seminarios de derecho que impartieron las abogadas Victoria Kent, Matilde Huici y Clara Campoamor. Al aproximarse al derecho, las mujeres cobraron conciencia colectiva de sí mismas: descubrieron su situación en los códigos civil y penal, organizaron comisiones para estudiar y redactar reformas, y elevaron públicamente sus peticiones al gobierno. Por ejemplo: Supresión del artículo 57 del Código Civil: «El marido debe proteger a la mujer y ésta obedecer al marido», sustituyéndolo por este otro: «El marido y la mujer se deben protección y consideraciones mutuas».
Supresión del artículo 438 del Código Penal: «El marido que sorprendiendo en adulterio a su mujer matase en el acto a ésta o al adúltero, o les causara lesiones graves, será castigado con la pena de destierro» (sic).
Durante la Segunda República se aprobaron, no sin polémica, algunas de aquellas exigencias. Tal vez uno de los éxitos más resonantes del Lyceum fuera las conferencias y charlas, abiertas al público masculino y a los periodistas, previa invitación. Como relata Carmen Baroja en Recuerdos de una mujer de la generación del 98, sus memorias: «Todos se pirraban por el Lyceum. No hubo intelectual, médico o artista que no diera una [conferencia]; menos Benavente, que dijo que no quería hablar a tontas y a locas». En los años de la República, con el reconocimiento del derecho femenino al voto, se recrudeció la oposición conservadora contra el Lyceum Club.
lunes, 18 de abril de 2011
Malas noticias
viernes, 15 de abril de 2011
En recuerdo de Jean Genet
SOLANGE. —Habla, pero en voz baja.
CLARA (como un autómata). —La señora tendrá que tomar su tila.
SOLANGE (duramente). —No, no quiero.
CLARA (agarrándola por la muñeca). —Zorra, repite. La señora tendrá que tomar su tila.
SOLANGE. —La señora tendrá que tomar su tila...
CLARA. —Porque tiene que dormir...
SOLANGE. —Porque tiene que dormir...
CLARA. —Y me quedaré velándola.
SOLANGE. —Y me quedaré velándola.
CLARA (se tumba en la cama de la señora). —Repito. No me interrumpas más. ¿Me oyes? ¿Me obedeces? (SOLANGE asiente con la cabeza.) ¡Repito!, ¡mi tila!
SOLANGE (vacilando). —Pero...
CLARA. —He dicho, ¡mi tila!
SOLANGE. —Pero, señora...
CLARA. —Eso es, sigue.
SOLANGE. —Pero, señora, está fría.
CLARA. —Sin embargo, la beberé. Dámela. (SOLANGE trae la bandeja.) Y la has servido en la taza más preciosa... (Coge la taza y bebe, mientras SOLANGE, frente al público, permanece inmóvil, cruzadas las manos como si llevara esposas.)”
Jean Genet, Las criadas
jueves, 14 de abril de 2011
MUJERES EN LA REPÚBLICA
MARÍA LEJÁRRAGA Y LA REPÚBLICA
"El 14 de abril de 1931 significó para la mayoría de los españoles el triunfo pacífico de la libertad democrática y abrió las puertas a una de las etapas más ricas e intensas de la vida política y cultural de la España contemporánea. También para María Lejárraga fue un año trascendental. Cansada de escribir para el teatro, hacía poco tiempo que había decidido volver a su vida solitaria, "que decididamente es la única que me agrada del todo y para la cual he nacido", y declaraba sentir que su "vida se ha quedado inmóvil, como un árbol plantado en una pradera solitaria". El advenimiento de la República fue un aldabonazo de ilusión y compromiso que la movilizó de inmediato e hizo que su existencia diera un giro trascendental. Olvidada casi por completo de su vocación literaria, María se entregó con apasionamiento singular a la tarea de contribuir al triunfo de los ideales republicanos. En una entrevista de 1931 precisaba que había abandonado su retiro "por la República", porque "su advenimiento me proporcionó la mayor alegría de mi vida y me obliga a permanecer aquí, recreándome en ella y, en cierto modo, tutelándola con mi presencia, en la medida de mis posibilidades". Y añadía: "El 14 de abril creí rejuvenecer y me lancé a la calle para presenciar, entusiasmada, la eclosión del pueblo. Pero no me conformo con ser republicana. Mis ideales políticos van mucho más allá". La ilusión y el compromiso de María Martínez Sierra con los ideales republicanos la llevaron a desplegar durante esta etapa de su vida una intensa actividad intelectual, feminista y política que se podrá seguir en estas páginas."
(Juan Aguilera Sastre, Programa de las II Jornadas sobre María Lejárraga en el Ateneo Riojano, Logroño, 2001)
jueves, 7 de abril de 2011
Victoria Ocampo
En sus relatos, las dificultades que suponen configurar una expresión propia de las mujeres las utilizó y así mencionó la falta de una educación formal, de libertades y de una tradición literaria femenina en la cual sustentar una escritura. En particular, le pareció decisiva la carencia de referentes dentro de la literatura, y quizás por ello sus textos ponen en evidencia el deseo de establecer diálogos y alianzas con distintos sujetos. En sus libros cita en muchas ocasiones a escritoras como Jane Austen, Elizabeth Barrett Browning, George Eliot y las hermanas Brönte (en especial Emily).
En su último libro, la décima serie de Testimonios, publicado en 1977 cuando Ocampo ya contaba con casi 60 años de carrera literaria, declaró: «Mi solidaridad con la causa de la mujer nació, como en Indochina el anticolonialismo de Malraux, ante la injusticia y el sistema de opresión padecido y presenciando en todo lo que abarcaban mis ojos y mi entendimiento desde casi la infancia... mi repudio de la injusticia y del atropello desaprensivo despertaban en mí una vigilancia suspendida sobre cualquier enamoramiento o ternura, resuelta a guillotinarlas si traicionaban mi causa.»
lunes, 4 de abril de 2011
Marguerite Duras
...Alrededor de la persona que escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. En la soledad del autor, la del escribir...Esta soledad real del cuerpo se convierte en la, inviolable, del escribir...
...Escribir: es lo único que llenaba mi vida y la hechizaba. Lo he hecho. La escritura nunca me ha abandonado...
...La soledad, la soledad también significa: o la muerte o el libro. Pero, ante todo significa el alcohol...
...Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará...
...Cuando yo escribía en la casa todo escribía. La escritura estaba en todas partes...Eso hace salvaje la escritura. Se acerca a un salvajismo anterior a la vida. Y siempre lo reconocemos, es el de los bosques, tan antiguo como el tiempo. El del miedo a todo, distinto e inseparable de la vida misma. Uno se encarniza. No se puede escribir sin la fuerza del cuerpo. Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe...
...Creo, también, que sin esa duda primera del gesto hacia la escritura no hay soledad. Nadie ha escrito nunca a dúo... ...Es imposible soltar un libro para siempre antes de que esté completamente escrito; es decir: solo y libre de ti, que lo has escrito. Es tan insoportable como un crimen. No creo en la gente que dice: “He roto mi manuscrito, lo he tirado”. No lo creo... ...Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho, porque es imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo de un libro que se está escribiendo. Es imposible. Es lo contrario del cine, lo contrario del teatro y otros espectáculos. Es lo contrario de todas las lecturas. Es lo más difícil. Es lo peor. Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, eso es... ...En el libro hay eso: la soledad es la del mundo entero. Está por todas partes. Lo ha invadido todo. Sigo creyendo en esta invasión. Como todo el mundo. La soledad es eso sin lo que nada se hace. Eso sin lo que ya no se mira nada. Es un modo de pensar, de razonar, pero sólo con el pensamiento cotidiano.... ...Cada libro, como cada escritor, tiene un pasaje difícil, insoslayable. Y debe optar por dejar este error en el libro para que siga siendo un verdadero libro, no una falsedad. La soledad no sé en qué se convierte luego. Aún no puedo decirlo. Creo que esa soledad se torna trivial, a la larga se convierte en algo vulgar, y que es un gran acierto... ...La soledad siempre está acompañada por la locura. Lo sé. La locura no se ve. A veces sólo se presiente. No creo que pueda ser de otro modo. Cuando se extrae todo de uno mismo, todo un libro, forzosamente se está en el particular estado de cierta soledad que no se puede compartir con nadie...