domingo, 24 de abril de 2011

Lyceum Club de Madrid

En abril de 1926, se celebró la asamblea constituyente del Lyceum Club Femenino en Madrid, en la calle de Miguel Ángel, 8, bajo la presidencia de María de Maeztu. En esta primera sesión se registraron ciento quince socias y se aprobaron los estatutos de Londres. Una comisión se encargó de buscar un local para el club; otra, de la traducción y la publicación del reglamento internacional, y todas las socias, en general, de recaudar fondos. Por fin, el 4 de noviembre de 1926 se inauguró en Madrid la primera sede del Lyceum Club, en la Casa de las Siete Chimeneas, de la calle de las Infantas, 31 (posteriormente, en la calle de San Marcos, 44). Si bien los cargos fueron renovándose, la primera junta estuvo formada por María de Maeztu, como presidenta; Victoria Kent e Isabel Oyárzabal, vicepresidentas; Amalia Galarraga, tesorera; Zenobia Camprubí, secretaria; y Helen Phipps, vicesecretaria. De la sección de literatura y de la biblioteca, se ocuparon respectivamente María Lejárraga y María Martos; de la sección de arte, Carmen Baroja; de la de ciencias, María Luisa Navarro; y de las relaciones internacionales, también Camprubí. Los objetivos generales del Lyceum Club eran: defender los intereses morales y materiales de la mujer, desarrollando las iniciativas económicas, científicas y artísticas; fomentar el espíritu colectivo, facilitando así el intercambio de ideas y la compenetración de sentimientos; organizar obras de carácter social y celebrar sesiones, conferencias...


En España, la recepción del Lyceum Club fue mayoritariamente adversa, en 1927 casi se había quintuplicado el número de socias. Entre las incesantes actividades que desarrolló el Lyceum Club de Madrid acaso quepa destacar una de las menos conocidas, por su carácter interno: los cursillos y seminarios de derecho que impartieron las abogadas Victoria Kent, Matilde Huici y Clara Campoamor. Al aproximarse al derecho, las mujeres cobraron conciencia colectiva de sí mismas: descubrieron su situación en los códigos civil y penal, organizaron comisiones para estudiar y redactar reformas, y elevaron públicamente sus peticiones al gobierno. Por ejemplo: Supresión del artículo 57 del Código Civil: «El marido debe proteger a la mujer y ésta obedecer al marido», sustituyéndolo por este otro: «El marido y la mujer se deben protección y consideraciones mutuas».


Supresión del artículo 438 del Código Penal: «El marido que sorprendiendo en adulterio a su mujer matase en el acto a ésta o al adúltero, o les causara lesiones graves, será castigado con la pena de destierro» (sic).


Durante la Segunda República se aprobaron, no sin polémica, algunas de aquellas exigencias. Tal vez uno de los éxitos más resonantes del Lyceum fuera las conferencias y charlas, abiertas al público masculino y a los periodistas, previa invitación. Como relata Carmen Baroja en Recuerdos de una mujer de la generación del 98, sus memorias: «Todos se pirraban por el Lyceum. No hubo intelectual, médico o artista que no diera una [conferencia]; menos Benavente, que dijo que no quería hablar a tontas y a locas». En los años de la República, con el reconocimiento del derecho femenino al voto, se recrudeció la oposición conservadora contra el Lyceum Club.

No hay comentarios: