En sus relatos, las dificultades que suponen configurar una expresión propia de las mujeres las utilizó y así mencionó la falta de una educación formal, de libertades y de una tradición literaria femenina en la cual sustentar una escritura. En particular, le pareció decisiva la carencia de referentes dentro de la literatura, y quizás por ello sus textos ponen en evidencia el deseo de establecer diálogos y alianzas con distintos sujetos. En sus libros cita en muchas ocasiones a escritoras como Jane Austen, Elizabeth Barrett Browning, George Eliot y las hermanas Brönte (en especial Emily).
En su último libro, la décima serie de Testimonios, publicado en 1977 cuando Ocampo ya contaba con casi 60 años de carrera literaria, declaró: «Mi solidaridad con la causa de la mujer nació, como en Indochina el anticolonialismo de Malraux, ante la injusticia y el sistema de opresión padecido y presenciando en todo lo que abarcaban mis ojos y mi entendimiento desde casi la infancia... mi repudio de la injusticia y del atropello desaprensivo despertaban en mí una vigilancia suspendida sobre cualquier enamoramiento o ternura, resuelta a guillotinarlas si traicionaban mi causa.»
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