domingo, 30 de mayo de 2010

Algo chiquitito... o los avatares de la política


Algo pequeñito, algo chiquitito, Una rosa blancaUna caricia, un beso dulce y un perdón
Algo pequeñito, Algo chiquitoUn gesto tierno, una miradaUn abrazo, una flor
Algo pequeñitoAlgo chiquititoUn simple te quieroCon dulzura, con cariño y con pasión.
Es lo que te pido, amorMi vida se derrumbaMe partes el corazónTrata pronto de cambiarEl tiempo se termina ahora de verdad.
Algo pequeñito, ou ou ooo...Algo chiquitito, ou ou ooo...cosas simples que ahora no me dasque te pido con locura si no quieres terminar
Algo pequeñito, ou ou ooo...Algo chiquitito, ou ou ooo...En tus manos tienes la ocasión […]
Has sabido comprenderQue las pequeñas cosasSon las que hacen esto arderAhora trata de cambiarEl resto de las cosas ya se arreglarán.
Algo pequeñito, ou ou ooo...Algo chiquitito, ou ou ooo...Cosas simples que ahora sí me das […]
Algo pequeñito, ou ou ooo...Algo chiquitito, ou ou ooo...En tus manos tienes la ocasiónHoy decides si quererme¡O romperme el
corazón!

Todo es política, a pesar de Kant y más allá de la dicotomía de Badiou; ya se decía en 1968 y lo ha dicho mucha gente, hasta escribió sobre esto Gabriel García y Tassara en Los españoles pintados por sí mismos (¡ah lo español!) hablando de la mujer liberal o patriótica y de la política como una enfermedad. Hannah Arendt nos explicaba que la política no es el dominio de la verdad sino el de la opinión, Beatriz Preciado señala con decisiva clarividencia la intoxicación de esos “flujos económicos y políticos que patentan la vida…” Mi abuela lo balbucea a menudo en esos cada vez más escasos momentos de lucidez que todavía le quedan, tal vez porque ella lo ha experimentado en carne propia... Anoche lo repetíamos, con más convicción que otras veces, lo dijimos en voz muy alta, ahítos como estábamos de vinos de El Condado, señalando la pantalla de la tele ya pasadas las nueve de la noche, lo reafirmamos al ver al individuo de la barretina moviendo las dos manos al compás de las marionetas y entonando el ououoooo… , ¿lo veis?, ¡que no!, que no es ningún duende, y además tiene poco duende… el cantante es como un príncipe de la canción, de cuento… pero el de la barretina es un ser, ¡y humano!

En los campos de mi Andalucía donde llegamos huyendo de la tórrida playa, entre esas cuencas mineras cuya variante dialectal sobrevive no sólo en las canciones, pasados ya los momentos de estupor eurovisivo, pudimos recordar también a la Niña de la Puebla, pues no han sido los campanilleros los que han resonado esta “madrugá” en las calles vacías y en nuestros cerebros agotados, sino de repente otra vez esa canción profundamente política, hecha a medida de nuestra situación actual, pero con otra variante (siempre hay que contar con las autonomías) , con esa apertura de la i tan propia de cierta zona onubense, y a veces del cante ‘jondo’: “algo ‘chiquetito’, uooo, uooo, uooo” … qué arte.

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