El caso más conocido de hermafroditismo humano es el de Herculine Barbin, quien nació en Francia en 1838. Como su familia era pobre, consiguió una beca para estudiar en un convento de ursulinas. Según se cuenta en sus memorias, Herculine se enamoró de una amiga en el colegio en cuya habitación se colaba por las noches y las monjas solían castigarla por ello. Tras terminar sus estudios en 1856, se trasladó a otra ciudad para estudiar magisterio, donde se enamoró de una de sus maestras. Aún cuando ya había pasado la pubertad, Herculine no menstruaba ni tenía pecho. Además, tenía que afeitarse el bigote y la barba. Poco después, le ofrecieron un puesto como docente en una escuela y ahí se enamoró de otra profesora, con quien tuvo un romance.Tiempo después, en 1860, fue examinada por el famoso médico Chesnet quien descubrió que tenía una pequeña vagina y un pequeño pene. El asunto habría de resolverse en los juzgados donde, tras analizar la evidencia médica, se determinó que Herculine era en realidad hombre, tras lo cual cambió su nombre a Abel. Se mudó a París donde vivió en la pobreza y comenzó a escribir sus memorias. En febrero de 1868 fue encontrado muerto por el conserje del edificio. Abel (Herculine) Barbin se había suicidado usando gas. Las memorias, ya terminadas, se encontraban sobre su cama y fueron publicadas más adelante por Auguste Ambroise Tardieu. El “Hermafroditismo” se da cuando una persona tiene órganos sexuales pertenecientes a ambos sexos, y ya que Semenya, según las pruebas que se le han realizado, no posee útero ni ovarios sino un buen par de testículos en el abdomen, lo más probable es que se trate de un caso de pseudohermafroditismo masculino. Es decir: Un individuo que es hombre pero cuyos testículos no descendieron y cuyo pene no se desarrolló, quedando en estado vestigial y semejando un clítoris, pudiendo incluso tener una vagina rudimentaria. En estos casos, la anatomía genital externa puede ser casi indistinguible de la de una mujer. En el pseudohermafroditismo femenino (más raro que el anterior), se trata de una mujer cuyo clítoris creció excesivamente simulando un pequeño pene, pero sin testículos y con ovarios y a veces con útero.
Recordemos que “embriológicamente”, todos somos hembras, y que son las hormonas masculinas las que posteriormente nos transforman fenotípicamente en varones o no. Sin embargo, la prueba definitiva (que es muy simple) es la genética: ¿Castor Semenya tiene cromosomas sexuales XX o XY? No lo sabemos. Mientras tanto, es probable que Semenya sea desposeída de sus marcas y medallas, ya que las reglas de la FIA (IAAF, Federación Internacional de Atletismo) no incluyen a hermafroditas o pseudohermafroditas en sus categorías competitivas, y la testosterona (6 veces lo normal) que fluye por las venas de Semenya de forma natural (no se trata de un caso de “dopaje”) le dio una ventaja competitiva que sus contrincantes no pseudohermafroditas no tuvieron. El género es otra cuestión. Caster Semenya fue criada como mujer y ella se considera mujer. Psicológicamente es, pues, una mujer. Por lo que desde este punto de vista no hay problema ni conflicto y puede llevar una vida completamente normal con el sexo asignado, aunque no pueda de concebir.