Hoy me he enterado por fin del deseo de palabras del cuerpo femenino, pero
de palabras de hombre, claro, es decir, de LA PALABRA... E
inevitablemente me ha recordado el encuentro de Alicia y Humpty Dumpty (que era un huevo al que le
parecía el colmo que lo llamaran huevo, así que inventaba todas las palabras,
según le convenía, para huir de sí mismo): “Cuando yo uso una palabra,
quiere decir lo que yo quiero que diga... Ni más ni menos". "La
cuestión -le replica Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen
tantas cosas diferentes". "La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es
saber quién es el que manda".
Poder o no Poder, that's
the question, la pregunta que ya está bien resuelta, parece, nombrar el
cuerpo femenino ... el "insondable" deseo del cuerpo femenino. En
definitiva, los huevos siguen teniendo la palabra, para que todo cambie y, de paso,
para que todo siga exactamente igual. ¿Humillación? ¡Tonterías! ¡Nonsense!, ahí tenemos a los daneses que nos
instruyen con sus "amenos" programas. Los países nórdicos… "ese" modelo (educativo también) a
seguir…
Sí, esos daneses de arriba sí que saben lo que quieren las
mujeres..., sí que saben "lidiar" con lo femenino. Ahora, traduzcamos del danés (qué pena, ese idioma que conserva tan vivo el género neutro) dos de los intercambios del video: " Mmmm... ¿Qué tal esa
vagina?... ¡Qué pezones tan jocosos!..." Sí, esos dos machos que participaron en el programa danés que
se estrenó en la tele el mes pasado; esos del canal DR2, Blachman;
uno de ellos, ese Thomas Blachman...
La fórmula televisiva ya la tenéis en las imágenes del video: una mujer vestida con
una bata sedosa y delicada entra en una habitación oscura donde el
presentador y el amigo de turno esperan para que ella se desnude en
silencio, frente a ellos, y luego “ellos” comentar, sopesar, valorar,
ponderar, evaluar, tasar en definitiva las partes del cuerpo de la mujer
silente. ¡Qué bueno! ¿Os apuntáis a hacerlo con el tal Blachman?
Alucinante la respuesta de la productora del programa, Sofía
Fromberg, ella no encuentra ningún fallo en el show.
"Tenemos un programa que revela lo que los hombres piensan acerca del
cuerpo de la mujer. Honestamente, ¿cuál es el problema con ello?" Y me
pregunto ante semejante muestra de honestidad mercenaria, desde semejante
perspectiva sincera y visionaria ¿cuál es el problema en manifestar qué
piensan los ciudadanos de los cuerpos "insondables y siempre tan cubiertos
y bien vestidos" de cada uno de los miembros de sus instituciones:
banqueros, monarcas, jefes de gobierno...?, ¡cuánto y cuán sincero sería lo que
tuviéramos que decir! ¿Qué piensa la mitad de la humanidad de los cuerpos
masculinos de la otra mitad en su desnudez proverbial? ¿Qué verdades
esconden los cuerpos desnudos de los futbolistas o de los deportistas
en general...? ¿Cuánta clarividencia nos aportaría el diálogo teológico
enfrentado a la desnudez de sus interlocutores?
¿Nos quejábamos de Freud cuando se preguntaba en qué piensan las mujeres,
o qué quieren… un siglo después…?