Dos mujeres liberianas y una yemení han sido galardonadas ex aequo con el premio Nobel de la Paz 2011 por su "lucha no violenta por la seguridad y el derecho de las mujeres a participar plenamente en la construcción de la paz". Se trata de la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, que puso fin a la guerra civil de su país y la primera mujer africana elegida para la máxima representación; la activista liberiana Leymah Gbowee, fundadora de un movimiento de mujeres por la paz en su país que no sólo lucha por acabar con las guerras, sino que promociona a la mujer, y de la activista yemení Tawakul Karman, una periodista de 32 años que lidera el movimiento popular contra el régimen del dictador Saleh.
El jurado del triple galardón ha querido significar el papel que está desempeñando la mujer en el cambio político y social, especialmente en aquellos países en que la falta de desarrollo y la pobreza lo han hecho mucho más difícil. Liberia, con dos cruentísimas guerras civiles (1989-1996 y 1999-2003) que devastaron su economía, ha logrado enderezar el rumbo gracias al trabajo de mujeres que, como Johnson-Sirleaf y Gbowee, no sólo han frenado las tentaciones belicistas internas, sino que están logrando sanear la economía y poner orden en el país. La presidenta, formada universitariamente en Estados Unidos, ha saneado la deuda gracias a las ayudas financieras estadounidenses y europeas y ha instituido una comisión para la Verdad y la Reconciliación para promover la paz, la seguridad, la unidad y el fin de los conflictos bélicos. Gbowee, por su parte, ha logrado una alta participación de la mujer contra la guerra, y ha llegado incluso a promover un masivo viaje de mujeres a Accra, la capital de Ghana, donde se llevaron a cabo las negociaciones para la paz en Liberia.
Por su parte, la yemení Tawakul Karman es la principal activista de la lucha en su país por derrocar al dictador Saleh e instituir la libertad de prensa y de una campaña para exigir la libertad de los presos políticos. Enfrentada también con los sectores más extremistas de su país vinculados a Al Qaeda, que la acusan de querer echar a las mujeres de su casa, Karman ha sufrido algún atentado, como el del 2009, cuando una mujer intentó apuñalarla con un jambiya, arma tradicional del pueblo yemení.
La galardonada ha abandonado el niqab clásico de su país. "Descubrí que el velo no es adecuado para una mujer que quiera trabajar en el activismo y quiera trabajar en el dominio público", afirma.
(Extraído de La Vanguardia)
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