Aunque hay varias versiones de la historia, parece ser que Lacan adquirió esta obra hacia 1955. Su mujer, Sylvie (ex de Bataille) encargó a su cuñado, André Masson, que confeccionara para el cuadro una tapa de madera: temía que lo vieran los vecinos y la empleada. Masson fabrica entonces un panel donde estarían reproducidos de forma abstracta los elementos eróticos de la tela original. Así que, como el origen del lenguaje y El origen del mundo es todo uno, Lacan se inspiró en secreto en el sentido de esta obra y después se ha escrito sin parar.
Como se puede ver, este cuadro que según Sandra Pinto hacía referencia a una prostituta llegando al orgasmo, es una obra de arte problemática. Ahora, a mediados del 2010, utopías aparte, seguimos con los problemas, escándalos y prohibiciones. De nuevo, encontramos el cuadro encerrado en un recuadro que nos advierte del contenido. Las denuncias son fáciles de hacer y el enemigo acecha todo el tiempo. Hasta aquí, dirán que sólo hay que correr esa “cortinilla virtual”, pulsando el , ay!, rojo-rojo, comprendiéndolo y deseando continuar tal que así ¯
y la imagen aparece. Lo malo es que todo sigue igual. Lo malo es que todavía estamos eludiendo una censura absurda. Lo malo es que no sabemos lo que nos espera en el futuro. Lo malo es que no sabemos por cuanto tiempo podremos seguir disfrutando de este cuadro porque, como dice Ferré: «Hoy que tanto se discute sobre velos y burkas, y se asiste impotente a través de la televisión e internet a espantosas lapidaciones de mujeres y ablaciones de clítoris, convendría recordar por decencia intelectual las lúcidas palabras de Savatier acerca de este cuadro subversivo que ‘representa al mismo tiempo el blasón universal de la heráldica femenina y un himno a la libertad, la de crear y pensar liberándose de los tabúes engendrados por el odio al cuerpo que las religiones y filosofías nacidas en la cuenca mediterránea habían intentado dictar al mundo’»
2 comentarios:
Maravillosa reflexión final.
Sí, y clarividente. Gracias por la visita, Guillermo.
Un saludo.
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