Ante el final del Ramadán al parecer crecen los temores por Sakineh Mohammadi-Ashtiani, condenada a muerte por adulterio y (ahora) posible complicidad en el asesinato de su marido. Su hijo cree que cuando se acabe la "moratoria" que impone el mes sagrado para los musulmanes e impide las ejecuciones su madre será lapidada. También ha informado de que, hace unos días, ha recibido 99 latigazos más en la cárcel.
Mientras en el mundo entero se levantan las voces en contra de la lapidación en Irán y se suman los apoyos para Sakineh, su hijo Sajjad Ghaderzadeh volvió a pedirle ayuda al presidente de Brasil, Lula Da Silva.
Lula había ofrecido refugio a Sakineh a principios de agosto, pero el gobierno de Mahmoud Ahmadinejad lo rechazó. Sajjad ha dicho al diario Estadao de Sao Paulo que "Lula nos puede apoyar, el gobierno brasileño puede demostrar su desacuerdo con la pena de muerte y la lapidación".
El hijo de Sakineh lamentó que Lula no hubiese aprovechado su viaje de mayo a Irán para interesarse más por la situación de los derechos humanos en su país. "En lugar de hablar con Irán sobre el programa nuclear, Lula debería hablar sobre derechos humanos", dijo Saijad que hace días no tiene contacto con su madre y tiene mucho miedo de que sea ejecutada en breve.
Como sabemos, Sakineh fue condenada en 2006 por haber mantenido "una relación ilegal" con dos hombres tras la muerte de su esposo, pero también se la acusa de haber participado en el asesinato de su marido.
Aunque la condena fue pospuesta en julio, después de ser fuertemente criticada por la comunidad internacional, el temor por la vida de Sakineh sigue en pie.
¡La sentencia a morir lapidada podría ser cambiada por otra a morir ahorcada o a cadena perpetua!
La Unión Europea ha condenado hoy la sentencia por lapidación. En su primera presentación del Estado de la Unión ante el parlamento europeo en Estrasburgo, Francia, el presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso ha manifestado estar "horrorizado'' por las noticias de la sentencia a la que calificó de "brutal".
Teherán advierte, sin embargo, que no permitirá que el caso se convierta en un asunto político ni de derechos humanos.
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