jueves, 31 de marzo de 2011

La ablación femenina: una práctica salvaje aquí y ahora...

La ablación genital femenina constituye una violación fundamental de los derechos de las niñas. Es una práctica discriminatoria que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante. El derecho a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción. Estos derechos están protegidos por el Derecho Internacional. La ablación genital femenina causa daños irreparables. Puede acarrear la muerte de la niña por colapso hemorrágico o por colapso neurogénico debido al intenso dolor y el traumatismo, así como infecciones agudas y septicemia. Muchas niñas entran en un estado de colapso inducido por el intenso dolor, el trauma psicológico y el agotamiento a causa de los gritos. La tragedia se constata en 28 países norafricanos, pero también en Europa: en Gran Bretaña hay 22.000 niñas en riesgo de ser sometidas a mutilación genital femenina, y 165.000 mujeres a las que se lo hicieron antes de llegar a Inglaterra. En España son 10.000 las menores entre 0 y 14 años en riesgo. Y aunque la ley española lo prohíbe, las familias aprovechan los viajes a sus países de origen (Nigeria, Senegal, Gambia, Guinea o Ghana) para hacerlo. La mayoría de estas menores vive en Cataluña, Andalucía, Canarias y Aragón. El mes pasado, por ejemplo, se detectaron 18 casos de ablación en Lérida.Un ejemplo a seguir podría ser Isatou Gerew de 39 años, cuando empezaba a conocer la tierra que pisaba, mutilaron sus genitales como a todas las de su país, según ella misma ha dicho.Podría haber muerto, como les sucede a muchas niñas víctimas de la ablación, pero sobrevivió, con la boca cerrada. De su primer matrimonio dio a luz a una hija, a la que también torturaron sin que nadie intentara evitarlo. Ella pensaba que se lo hacían a todas las mujeres, en todo el mundo, pero cuando vino a España con su segundo marido, con el que la habían obligado a casarse, pudo ver que no era así. Isatou se instaló en un pequeño pueblo de Zaragoza. Su marido casi no la dejaba moverse, salir, pensar. Pero volvió a quedarse embarazada y el médico recomendó paseos largos. Y así, un día conoció a Pilar, una mujer de 80 años, con la que aprendió a hablar español y a pensar más allá de las cuatro paredes y de su lejana África, donde no enseñan a las mujeres a leer ni a escribir. Ahora es mediadora cultural y trabaja con esta organización en Aragón para prevenir la práctica de la mutilación genital femenina, especialmente en esa comunidad.

4 comentarios:

Damian Neri dijo...

Qué horrible. Horrible de verdad. Aunque es bueno saber que hay gente que está activamente en contra de esto. ¡Y además hay un montón de cosas buenas en el mundo! Antes estas cosas horribles se hacían en mayor cantidad, o eso es lo que creo o quiero creer. Lo malo es que aún ahora que el mundo se está abriendo culturalmente algunos permanecen, desafortunadamente para much@s, en estado de salvajismo.

Saludos.

Carmen Velasco Rengel dijo...

Cierto, Damián, en este punto se pierde la estereotipada visión del buen salvaje sin duda... Saludos!

Anónimo dijo...

Si

Carmen Velasco Rengel dijo...

Hola anónimo, faltan las palabras...
Un saludo!